A las 2 de la tarde de ayer, la ferocidad del sol y la humedad castigaban sin piedad a los tucumanos. A esa hora, LA GACETA pudo constatar in situ que el estado del basural a cielo abierto en que se ha convertido la calle Lucio V. Mansilla, a la altura del barrio Cooperget, torna el aire en un fluido irrespirable.

"El hedor nos está asfixiando, y al atardecer es mucho peor... Estamos hartos... Carritos y hasta camionetas descargan cada día grandes cantidades de basura por esta calle que va bordeando la plaza. Les pedimos que no vuelvan, que no dañen el ambiente. Pero no entienden...", se quejó una vecina que rehusó dar su nombre. Roxana Navarro, en cambio, habló en nombre de su familia y de sus vecinos. "Nos estamos organizando para presentarle un petitorio a las autoridades municipales. Queremos que nos escuchen y que vean la forma de ponerle freno a esta situación. No podemos vivir con 40° grados de calor y este foco infeccioso que pone en peligro la salud de todos. Nuestros hijos juegan en la plaza y muchas veces tienen que buscar la pelota en el montículo de desechos...", disparó indignada, mientras se cubría la boca y la nariz con la mano. "Sáquele fotos a esta colorida y maloliente calle que prácticamente ya es una senda peatonal porque la basura la está tapando. Y en medio de esta inmundicia tenemos que esperar todos los días el ómnibus (de la línea 7)", espetó, visiblemente molesta, y se marchó.

Combatir los basurales clandestinos pareciera ser una tarea difícil y compleja. Primero ocuparon los sitios baldíos y los frentes de casas abandonadas. Y a medida que se expande el tejido urbano las montañas de residuos proliferan como hongos en calles circundantes de los nuevos barrios, de la ciudad. Otros avanzan en calzadas poco transitadas. Tal es el caso del vaciadero informal de la calle Castro Barros, entre avenida Belgrano y España. Lo limpiaron el miércoles, pero el jueves a la mañana resucitó y desde entonces viene in crescendo. Hasta tal punto, que los desechos (que incluyen material de demolición de construcciones y ramas y troncos de árboles podados) están taponando las boca de tormenta. Si en estas condiciones se desata una lluvia, el agua formará una peligrosa correntada en la intersección de las avenidas Belgrano y Bulnes poniendo en riesgo de inundación las viviendas ubicadas en ese sector.

La situación es similar en Villa 9 de Julio, donde hace un par de días casi se agarran a tiros los vecinos con los carreros que depositan permanentemente cargamentos de residuos en Alfredo Palacios al 1.400. Pero nada amilana a los infractores. Ni las remodelaciones del entorno urbano ni la gruta que erigieron en ese lugar.

"Estos son unos forajidos: no respetan las leyes, no le tienen miedo a nada.. ¡Ni a la Virgen, siquiera..!", expresó desanimado el vecino Angel Sotelo.

La limpieza duró menos de 24 horas
El miércoles pasado la Municipalidad hizo limpiar el vaciadero informal de Castro Barros al 1.000. Al día siguiente, el sector amaneció con varias bolsas de basura dispersas, a las que ayer a la siesta se le sumaron troncos y ramas de árboles podados y desechos de materiales de construcción. Según comentaron algunos vecinos, la falta de educación ambiental no es privativa de los carreros. "También hay gente desaprensiva que conociendo las normas de convivencia urbana no las respetan: tiran la basura en la vía pública", se quejó Marcial Giménez.